Un día
quise detener el
mundo,
barrer todos sus
caminos,
inmunizada
de todos sus virus,
caminar sobre
su nada.
Caminé en línea recta,
olvidé barrer
encrucijadas.
Caminé en línea recta,
olvidé barrer montañas.
Caminé en línea recta…
olvidé borrar el sol,
la sombra me
acompañaba,
olvidé su noche
la oscuridad me
atrapaba.
Caminé empecinada
la línea recta imposible,
pues nada…
jamás será nada.
Tuve conciencia del ser,
en arcano latido
que la tierra clamaba,
que mientras al par de
mis pasos,
ante mis pies avanzaba,
que aun detenido el
camino,
todo invadía, rodeaba.
Presidía,
paisaje, sendero,
cuerpo ser y alma.
Y es que el mundo…
no era si no vida,
su exhalación
partícula, esencia,
materia
que la conformaba.
Hoy sé,
que sólo quise detener
dolor,
y el dolor… por amor
duele,
y se duele por amor.
Se duele, siente,
se está, se es,
y no, no habla
amor… dolor,
sólo dice miedo,
miedo el tránsito,
sus cavernas,
todas las pedradas.
Hoy sé que jamás nadie
podrá huir de si mismo,
pues de amor somos
como lo es la vida,
la vida el mundo,
y este, todo universo.
Que todo cambia
todo fenece,
que aun por el todo
nunca será la nada,
pues el amor…
permanece.
Esencia. – JOff