Era en mi pecho un sepelio,
un repique de campanas
hendía el cielo,
mi mente enmudeció.
No era muerte,
y lo era,
no era herida,
mas…
retorcíase el propio dolor.
Ausencia, vacío, pérdida,
un alma sin alma
en coro atronador.
Seame de nuevo
al oído de la alondra,
el ser de alegría,
la rosa que en mi carne,
clavadas ya sus espinas.
Vuelve,
arropa la última estrella
que persigue el día.
No permitas liturgia
que secuestre mi corazón,
ven… ven,
regresa a la bendita hora,
tú, a ti,
arrobamiento de mi cuerpo
y razón.
*Regreso al alba.-JOff
