Lo suyo eran los imposibles,
y no por tener necesidad de retarse,
tampoco era cuestión de apuesta.
Lo suyo era amar.
Amar en el pecado,
Amar en la distancia,
distancia y pecado.
Pecado que no contemplara,
para ella era justo lo contrario,
«Amor es una bendición».
Y yo la veía así, bendecida.
Tan fuerte, valiente, puro,
y suicida, sentimiento,
podría ser jamás pecado.
Nunca.
Distancia…
su distancia no hablaba de
espacio…
hablaba tiempo,
hablaba… disposición, situación…
hablaba vida, de diferente vida. Hablaba el idioma de las lenguas muertas, de los mundos perdidos…
y aún así, en una, hablaba todas las lenguas.
Hablaba… tan solo amor… pero ni siquiera este, la entendía.
… sin pecado.-JOff