Muelle solitario

No, tu no dejas ceniza tras el ascua.

Tú, eres hornaguera!

Te ardes más allá del fuego,

me incendias más allá de la quema.

Eres magnitud.

Derretirás mis jarcias,

lo sé,

será entonces cuando yo me ordene

Capitana sobre Capitán,

pero mis ojos ya serán a la más brumosa lontananza.

Agua y salitre a mi rostro,

extraviada la vista,

ciega de locura al aliento último

que se le arrebata el aire,

resbalarán mis pies a zancadas

para alcanzar la caracola que no silenció

la condición,

para ahogar bajo las aguas

la estúpida letanía.

Súplica que bombeó mis pulsos

arrestando mi razón,

que negada, que opuesta,

que… dócil y sumisa lo nombró penitencia.

Cuando, ¡jamás!,

que nunca ni motivo,

… su cantinela… rezo musulman,

que a las horas… de los día tras día…

“ yo soy de ti,

pero nos seremos,

prescindiendo

de tierra firme”.

¡Desplegar las velas!

la voz desesperada en un coraje

que intuye las olas ya dormidas.

En un aroma a abreviatura del viento,

mi barco partirá, sí,

y en su torpe y azarado motín

¡tarde!, gritará la voz oculta.

Del pecho, el llanto que golpeará

a bandada de lágrimas

exacto el impacto sobre la impotencia.

Lacerados labios a mordiscos de silencio,

cosidos a puntada cobarde, gritarán al fin.

¡Y ordenaré, sí!.

Ordenaré, ¡hacia el muelle!,

rumbo al muelle que solo nuestro.

Y quien ya habrá partido, serás tú.

*Muelle solitario.-Joff

Sobre:

“Los más vale tarde… que llegan a la par que un nunca”.

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