Al filo del vértigo
un silencio acució la noche,
se desplomó sobre el quicio
de la primera sombra.
Ni dentro, ni fuera,
ni tumba, ni palabra.
Un lamento sordo,
gemido que ahogara
la falsa gota.
Amordaza ese silencio,
hasta aquí!
En esta inocente hora,
antes de la voz,
clara mudez
húmeda de traición.
… afuera Amor…
calicanto mi corazón.